Inquieto y buscando nuevos horizontes para una vida mejor, Daniel se marchó del pueblo tras finalizar el servicio militar. Camarero de profesión, recorrió muchas ciudades antes de establecerse en Madrid, donde se casó con Vicenta Martín García, con la que tuvo tres hijas: Mª Dolores, Julia Eugenia y Carmen, las cuales tenían 6 años, 4 años y 15 meses respectivamente cuando su padre fue asesinado.

Un eccema en las manos le obligó a pedir la baja en su trabajo y fue a pasar el verano con su familia de Traspinedo; trabajador y consciente como era, decidió aprovechar esta circunstancia para trabajar en las tareas de recolección. En julio de 1936 Daniel estaba trabajando en la Dehesa de Peñalba, una finca cercana a Traspinedo. Cuando comenzaron a producirse hechos violentos en el pueblo, se escondió en casa de un vecino saltando las tapias del corral, lo que no impidió que fuera detenido por dos falangistas que decían ir en nombre de Girón de Velasco. Fue conducido a los calabozos del ayuntamiento, donde fue visitado por la vecina María Arribas, a quien permitieron visitar a su hermano Gerardo, detenido en el mismo calabozo. María cuenta que Daniel estaba muy afectado y convencido de que lo iban a matar.

Y, efectivamente, fue sacado el día 10 de septiembre, junto con sus vecinos Doroteo Rodrigo Santaolaya, Francisco Esteban Alonso y Telesfora Peñas López. Los vecinos de las casas cercanas vieron cómo sacaban a los cinco detenidos y los obligaban a subir a un camión en la plaza. El camión enfiló hacia la carretera general. Nunca se los volvió a ver con vida.

Al día siguiente, 11 de septiembre, los cinco cadáveres fueron encontrados en un pinar de la carretera de Las Maricas, en el término de Boecillo. Enterado el cura párroco de Boecillo, Enrique Velicia López, oriundo de Traspinedo, dio la orden de recogerlos y enterrarlos; cosa que se hizo el 13 de septiembre en el cementerio de Boecillo.

La mujer y las hijas de Daniel se encontraban en Madrid, por lo que fue imposible comunicarse con ellas. Tras la guerra, la familia lo pasó muy mal. Fueron innumerables las gestiones efectuadas para lograr que Daniel constase como fallecido. La inexistencia de documentos impedía que Vicenta fuera una viuda legal, con todos los problemas que este estado incierto conllevaba. La vida fue muy difícil para estas cuatro mujeres sin marido y sin padre, señaladas y vejadas por los vecinos derechistas, y obligadas a trabajar desde la infancia.

Destrozada por los acontecimientos sufridos, Vicenta falleció tempranamente. Nunca llegó a conocer con certeza el lugar donde pudiera hallarse el cuerpo de su marido.