Alejandro Torres Rodríguez
Alejandro Torres Rodríguez “El Pica”, trabajador del Matadero Municipal, fue asesinado a finales del mes de julio de 1936.
Alejandro vivía en la calle Alta, en los Pajarillos, trabajaba en el Matadero y regentaba un bar junto con su mujer y su hija. Además se dedicaba a la pesca, sobre todo del cangrejo, como muchos de los vecinos del barrio.
Estaba casado con Lucía Catalá Valencia. Tuvieron dos hijos: Mariano, un joven muy inteligente que se dedicaba a estudiar, y Genara, que estaba en el bar con su madre.
A finales del mes de julio se presentó en el domicilio familiar un grupo de gente, entre los que había personas conocidas por la familia; traían una denuncia de una vecina en la que se decía que Alejandro tenía escondido en su casa a un hombre, un tal Miguel que parece ser que era un policía leal a la República.
Los atacantes se llevaron a Alejandro. Su mujer, Lucía, escuchó disparos, salió a la calle y encontró a su marido muerto en las proximidades de su casa, concretamente en la intersección de la carretera de Villabáñez con la carretera de Circunvalación (hoy Paseo de Juan Carlos I). Junto a él había otro cadáver, y ambos tenían tiros en la cabeza.
Transcurridas unas horas, el bar propiedad de la familia fue asaltado, desapareciendo todas las mercancías. Lo que quedó fue destrozado y quemado.
La hija de Alejandro, Genara, acudió a la casa de sus padres para acompañar a su madre. Pocos días después del asesinato del padre apareció otra patrulla en la casa con la intención de llevarse a la viuda, Lucía. Entraron en la casa, donde solo estaban la señora, su hija Genara, de apenas veinte años, y la hija de ésta, de apenas dos meses. Uno de ellos, bastante joven, se sentó en una mecedora, y Genara pudo ver que estaba tonsurado.
Lucía fue encarcelada en la Cárcel Vieja. Pocas semanas más tarde, los sublevados llevaron allí a otras cinco mujeres, todas ellas vecinas de Lucía. Las seis mujeres estuvieron presas durante dos años y medio. En una ocasión los guardias vinieron a buscar a Lucía, diciéndole que le iban a dar la libertad, pero ella se negó a salir de la celda. Habían sido testigos de varias sacas, así como de la violación de una de las detenidas, una joven de unos veinte años.
Mientras, sus hijos Genara y Mariano, se quedaron sin nada, pues les quitaron el bar, los animales, muebles y todo lo que tenía algo de valor.