Miércoles, 25 de septiembre de 2024|

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Represión franquista en Simancas

“…Venían los camiones por la carretera general, con gente de los pueblos, como que iban a Valladolid; se desviaban un poco, entraban en los caminos, los bajaban y allí los mataban. Hubo hombres y mujeres muertos así; los enterraban en las tierras, sin un solo nombre que poner... Los alrededores de Simancas estaban llenos de cruces..."

Simancas es un municipio situado a 14 kilómetros de la ciudad de Valladolid, muy conocido a causa de su Archivo, el primer archivo oficial de la Corona de Castilla, que fue fundado en el año 1540.

En Simancas había una Casa del Pueblo fuerte y muy nutrida, que estaba bajo la influencia de la de Valladolid, con la que mantenía abundantes contactos. En el pueblo se siguieron varias huelgas; en la Casa del Pueblo se constituyó una Caja de Resistencia, y los afiliados colaboraban mediante bonos de 5 pesetas. Esta colaboración, recogida en los libros de la tesorería, sería después utilizada en contra de los afiliados.

Había también bastantes militantes de derechas: afiliados al partido Acción Popular; algunos requetés y sobre todo falangistas, que formaban un grupo de más de 30 personas que tenían armas y mantenían comportamientos provocadores que causaron más de un incidente. Los más significados del grupo pertenecían a un par de familias: los “Libritas” y los “Confiteros”, que en la época de la sublevación no actuaron solo en Simancas, sino que se desplazaron a otros pueblos de la zona, donde todavía hablan de ellos.

Con anterioridad a la sublevación franquista del 18 de julio ya había habido querellas en el pueblo: un vecino llamado Pablo Alonso Pérez fue detenido en Valladolid, acusado de manifestarse ante el cuartel de San Quintín, aunque la causa fue sobreseída por entender el juez que se trató de una juerga tras el sorteo de quintas. Pablo Alonso sería asesinado tras el golpe por falangistas de Simancas.

El 7 de enero de 1936 se produjo una gran pelea en el pueblo que ocasionó denuncias y acusaciones cruzadas. Uno de los acusados fue Luis San José González, de la familia de los “Malones”. Sin embargo, el alcalde del momento, Pablo Sanz Luengo, informó a las autoridades judiciales que el acusado era “de intachable conducta”. Luis fue asesinado tras la sublevación.

El 28 de abril de 1936 se produjo un altercado importante en las calles del pueblo, entre afiliados a Acción Popular y vecinos socialistas y de la Casa del Pueblo; fue una pelea multitudinaria en la que también intervinieron algunos falangistas “camisas viejas” de Simancas. El detonante fue la letra de una canción cantada por unos niños. Resultaron varios heridos por ambas partes, y entre ellos Francisco Gómez Rayón, zapatero de 23 años, que sería asesinado por los fascistas en los primeros días tras el golpe junto con su suegro Benito Gómez del Pino. También fue acusado Felipe San José, hijo de Luis; Felipe fue juzgado y condenado por su participación en esta pelea.

Como consecuencia de todos estos altercados, el gobernador civil de Valladolid, señor Campos Torreglosa, destituyó a la Gestora Municipal, sustituyéndola por completo. El día 12 de mayo se llevó a cabo el relevo municipal, quedando constituida la nueva Gestora por:

-  Teófilo Álvarez Pérez
-  Mariano Carnicero Mendiluce
-  Mariano Díez Torres
-  Felipe Aparicio García
-  Heliodoro Álvarez Álvarez

El juicio trajo consecuencias, sobre todo para aquellos que testificaron a favor de los de izquierdas. Alguno pagaría con su vida, como ocurrió con Epifania Cuadrado Vaquero, que fue asesinada.

El día 18 de julio de 1936 fue sábado. Durante la semana anterior corría un rumor por la zona; se hablaba de una reunión muy numerosa de falangistas en las cercanías de Geria, una concentración a la que concurrían derechistas procedentes de las localidades vecinas. Se decía que iba a haber un levantamiento, pero nadie se lo tomó muy en serio. Los vecinos pudieron ver por la carretera movimientos de coches particulares, pero los rumores eran ya habituales y no se tomaron medidas excepcionales, aunque parece ser que algunos concejales se acercaron a Valladolid a consultar con el recién nombrado Gobernador Civil, Luis Lavín Gautier, quien les tranquilizó.

Por la tarde, los vecinos oyeron por la radio que se había producido un levantamiento en Marruecos y advirtieron una circulación inusual de coches, autobuses y camionetas por la carretera de Valladolid. Un amplio grupo de vecinos se reunió en la Casa del Pueblo y a continuación se dirigieron a la puerta del ayuntamiento, donde se manifestaron a favor de la República, pero a diferencia de lo ocurrido en otras localidades, no se encerraron en la Casa del Pueblo, ni tampoco tomaron medidas defensivas.
El domingo 19 aparecieron en las calles piquetes de falangistas uniformados y de requetés, todos ellos jóvenes de Simancas, que se apostaron en las entradas del pueblo. Iban armados. Hacia el mediodía dieron el alto a un vecino que venía de cazar, vestido con un mono azul y con su escopeta. Se trataba de Honorato Manzano Rodríguez “Galano”. Había ido al colegio con algunos de los falangistas del piquete.
Le dijeron que entregara el arma y gritara “Arriba España”; Honorato les preguntó si estaban de broma y en el mismo momento le dispararon y le mataron. Su familia, alertada, salió corriendo y se encontró con el cadáver. Tras unos forcejeos, las patrullas les permitieron retirar el cuerpo, que fue enterrado en el cementerio de la localidad.

Fue el primer asesinado en Simancas.

El lunes día 20, a las cuatro y media de la tarde, se produjo en el ayuntamiento una reunión convocada por el comandante de la Guardia Civil, Antolín Hernández López. Estaban presentes el alcalde Teófilo Álvarez Pérez y el depositario de las cuentas municipales, Heliodoro Álvarez Álvarez. El comandante del puesto de la Guardia Civil de Simancas destituyó a la Corporación legal y procedió a nombrar un nuevo consistorio “por órdenes de la superioridad”.

Esta nueva alcaldía quedaba compuesta así:

-  Manuel Hernández Garrido
-  Francisco Alonso Rodríguez
-  Antonio de Juan Martínez
-  Nemesio Pastor Amado , Depositario
-  José de los Ojos San José, Regidor Síndico

El Secretario que recogió y avaló con su firma el documento era Mariano Gañán López, que continuaba en su puesto avalado por el comandante.

En las calles comenzaron las carreras y los golpes. Los grupos armados cacheaban a los vecinos y maltrataban a algunos de ellos. Ante esta situación, algunos intentaron escapar y se refugiaron en el pinar de la Pimpollada: Teófilo Hernández, un joven perteneciente a la Casa del Pueblo de Simancas, organizador de actividades culturales, como representaciones teatrales y musicales, por lo que era conocido como “Rambal”; Saturnino Zurro, activista e ideólogo, mecánico de profesión, y Juan San José, de la familia conocida como “Malones”.
Cuando los fascistas acudieron a los domicilios de estos tres huidos y no los encontraron, se lanzaron contra sus familias: mataron a Regina Sanz, madre de Teófilo; apalearon y detuvieron a Leonor, la esposa de Saturnino, que estaba embarazada, y mataron al padre de Juan, Luis San José.

El día 26 fue citado en el ayuntamiento un grupo de vecinos, que se fueron presentando casi todos de manera voluntaria. Ya en el ayuntamiento, fueron golpeados de manera brutal mientras les interrogaban acerca de supuestas armas, que no existían. A lo largo de la tarde, los falangistas fueron deteniendo a más vecinos. Las noticias de las palizas se iban conociendo en todo el pueblo. Entonces los sublevados tomaron las calles, obligando a los vecinos a recluirse en sus casas, llegando a disparar a las ventanas en las que se veía luz.
Se trataba de una gran operación de limpieza. Esa tarde, el grupo de vecinos detenidos, compuesto por los miembros más relevantes de la Casa del Pueblo y la Corporación municipal fueron conducidos a Valladolid en un camión descubierto. Algunos vecinos lograron verlos por última vez. Todos se enteraron entonces de que les habían maltratado brutalmente.

Los detenidos de Simancas fueron a parar a las Cocheras de Tranvías de Valladolid, habilitada como prisión por los sublevados. Allí llegaron a concentrarse miles de personas, todas ilegalmente retenidas. Los fascistas de los pueblos se acercaban al recinto y reclamaban a los presos de sus localidades, a los que asesinaban sin más miramientos antes de que fuesen sometidos a juicio. Los presos simanquinos fueron asesinados en los días finales de julio o primeros de agosto. La mayor parte de las detenciones se habían producido entre el 25 y el 28 de julio. Puede decirse que los mataron de inmediato, sin que mediara acusación o juicio, y desde luego, sin que tuvieran posibilidad alguna de defenderse.

En una de esas noches se produjo una saca de más de 20 personas que estaban detenidas en las Cocheras. Teófilo Hernández Sanz “Rambal” formaba parte de esta saca, en la que estaban otros detenidos de Simancas: Benito Gómez del Pino, Francisco Gómez Rayón, Luis San José, Felipe Aparicio y Vidal Marinero Torres, los dos últimos, concejales; posiblemente habría alguno más. Los asesinos obligaron a los detenidos a subir a un camión, que se dirigió hacia la carretera de Palencia. A la altura del puente del Cabildo los hicieron bajar hasta la orilla del río Pisuerga, donde fueron tiroteados, cayendo muchos de los cuerpos al agua. Fue una verdadera masacre, una operación que tenía como objetivo eliminar físicamente a todos aquellos con capacidad para oponerse a la sublevación. Por eso entre los asesinados de esta forma estaban la mayor parte de los representantes políticos y sindicales de los pueblos y de la ciudad de Valladolid.

Revisando las inscripciones del Libro de Enterramiento del cementerio de Valladolid y el Registro Civil, puede constatarse que durante esos días fueron registrados y enterrados muchos cadáveres de personas “sin identificar”. En los registros consta una aproximación a su edad y a su estatura y una descripción somera de su vestimenta. Entre los cadáveres enterrados esos días, aparece el de Vidal Marinero, quien en un primer momento fue inscrito como “desconocido”, aunque después fue identificado gracias a un recibo hallado en uno de sus bolsillos. Su cuerpo apareció en las cercanías del Salto del Esgueva, en el río Pisuerga el día tres de agosto. Estaba en avanzado estado de descomposición, según consta en el Registro, de lo que se deduce que había permanecido en el agua unos días. Los cuerpos hallados fueron conducidos al Depósito Judicial, desde donde el Gobernador Civil emitió la orden de que fueran enterrados en la fosa común 46 del cementerio de Valladolid, tal como consta en los documentos.

Alguno de los tiroteados cayó a las aguas del río Pisuerga con vida. Fue el caso de Teófilo Hernández Sanz “Rambal, y de Luis San José, que de esta forma se convirtieron en testigos del crimen. En medio de la confusión, ambos lograron ocultarse orillas abajo y salir del río. Traumatizados y aterrorizados, emprendieron el camino hacia su pueblo. Los dos fueron nuevamente detenidos; el primero logró salvar la vida, y el segundo se ocultó en Ciguñuela, una localidad cercana donde tenía conocidos, pero fue nuevamente capturado y esta vez lo asesinaron sin que se conozcan más detalles del crimen.

En Simancas, los sublevados continuaban con sus fechorías.

Regina Sanz Sebastián, nacida en Mojados, tenía 52 años y estaba casada con Juan Hernández Vega, con quien tenía tres hijos: Teófilo (conocido como Rambal), Victoriano y Eloy Hernández Sanz.

Teófilo refirió que un día que no podía concretar, pero en la primera semana tras la sublevación, un grupo de falangistas se dirigió a la casa familiar, en la calle Arrabal 4, con la intención de detenerlo, pero logró ocultarse. Como se temía lo peor, decidió escapar del pueblo y refugiarse en algún lugar hasta que se pasara aquel momento. Por fin logró salir de la casa y se escondió en un pinar de las afueras del pueblo, donde aguantó subido a un pino.

En los días siguientes, los falangistas volvieron a su casa e interrogaron brutalmente a su madre, Regina, quien les dijo a los falangistas que su hijo había huido y que desconocía su paradero. Entonces la detuvieron a ella y se la llevaron “a Valladolid para que declarase”. Nunca llegó a la ciudad. La mataron en los alrededores del Camino de Arroyo, lugar cercano al cementerio y frecuentado por los falangistas en sus actividades asesinas.

La familia trató de buscarla; les insinuaron que podía estar en unos hangares de la carretera de Salamanca, en el lugar donde hoy están las Cortes, y fueron allá a buscarla sin ningún resultado. Finalmente se supo que había sido asesinada en el camino de Arroyo. Su fallecimiento fue inscrito en el Registro Civil de Simancas. Teófilo, tras su fusilamiento fallido en Valladolid y su segunda detención, pasó años y años en presidios y Batallones de Trabajadores. Sus dos hermanos fueron obligados a alistarse de inmediato en el ejército nacional. La familia quedó completamente destrozada.

El día 4 de agosto, un guardia civil, acompañado de un falangista muy conocido en Simancas, llamado Mario, sacó de su casa a Francisco Gómez García, de 35 años, casado con Baudilia Bermejo con quien tenía un hijo llamado Francisco. La familia vivía en la calle Miravete de Simancas. Francisco era obrero y había denunciado anteriormente a Mario por un robo cometido en La Harinera.
A continuación, los tres se dirigieron a casa de Juliana Agúndez Mato, de 18 años de edad y prima de Francisco. La chica se negaba a ir con ellos, pero su madre la instó a acompañarles, segura de que estando su primo nada malo le iba a ocurrir.
Ambos primos fueron llevados hasta un paraje conocido como Pesqueruela, en la confluencia de los ríos Pisuerga y Duero. Los asesinos ataron a Francisco a un árbol tras hacerle objeto de severos malos tratos, mientras le instaban a “reírse”, pues era una persona guasona y risueña. Después maltrataron, vejaron y torturaron a Juliana. Tras matar a ambos, los dejaron tirados en las márgenes del río.
Las familias los encontraron allí, y hubo abundantes testigos de las salvajadas que les habían hecho. Entre el miedo y la angustia, no se atrevieron a llevar los cuerpos al cementerio y ellos mismos los enterraron en una finca cercana.

Por esas mismas fechas, los mismos elementos falangistas de Simancas detuvieron y asesinaron a Epifania Cuadrado Vaquero, de 33 años, en avanzado estado de gestación. La condujeron por el camino de Arroyo y le propinaron una paliza fatal que acabó con su vida. El marido de Epifania estaba encarcelado. Tenían un niño de unos cuatro años. El cadáver fue visto por bastante gente, entre ellos varias vecinas de Arroyo, pueblo vecino, quienes detallaron que el niño, en trance de nacer, estaba ahogado y ella desfigurada por la agresión.

Además de esto, hubo un grupo de detenidos que fueron juzgados; entre ellos, hubo dos condenas a muerte, conmutadas por cadenas perpetuas; un fusilamiento (Félix García Mato), y más adelante, varios procesados por el Tribunal de Responsabilidades Políticas con el fin de despojarles de sus bienes; entre estos últimos estaba el alcalde legal, Teófilo Álvarez “El Rosca”.

Los vecinos de Simancas fueron testigos de otros crímenes que se produjeron en las inmediaciones del pueblo, como relata el testimonio de L.G.:

“…Venían los camiones por la general, con gente de los pueblos, como que iban a Valladolid; se desviaban un poco, entraban en los caminos, los bajaban y allí los mataban. Hubo hombres y mujeres muertos así; los enterraban cuando se lo mandaban, a la mayoría en las tierras, sin señalar y sin un solo nombre que poner.
A otros los enterraron en el cementerio civil; allí había bastantes, unos identificados y otros no. Estaba al lado de la ermita, a unos 200 metros del cementerio del pueblo, aparte. En los años 70 lo levantaron. Sacaron los huesos, lo hormigonaron todo y pusieron encima la báscula. Pero también en los alrededores había enterramientos; aquí, en Simancas, por todos los lados los hay. Raro era el día en que el río no traía algún cadáver. A algunos los identificaban pero otros son anónimos… Todos estaban muertos por disparos…”

En otras ocasiones, las víctimas eran fugitivos que transitaban por alguno de los muchos caminos que atraviesan el término municipal, como ocurrió con el asesinato de una pareja joven y su hija, que fueron interceptados cuando escapaban monte a través:

“…un matrimonio que venía escapando; no se supo si de Puente Duero o de Arroyo. Los matan a los dos y para remate a la niña, a la que pegaron para que se callara…. queda atontada… cae al agua. Todos los detalles los contó uno de los asesinos conocido como el Santero…atribuyó la muerte de la niña a uno de sus compañeros, al que todos conocen en Simancas como Mataniñas, del que nadie quería saber nada. Vivía en El Rincón; trabajaba en el campo... Pasados unos años se presentó en el pueblo el padre de la mujer asesinada, a localizarlo. Y alguien se lo dijo, lo señaló. Como digo, nadie lo podía ni ver. Una vez lo atropelló una caballería y la gente aplaudía al atropellador. Bueno, pues el padre aquel lo fue a buscar. Luego resulta que era un cobarde, y cuando aquel hombre lo encaró y lo amenazó, se apocó, se apocó, y no paró hasta marcharse del pueblo…”

En otra ocasión fueron tres mujeres jóvenes, cuyos cadáveres aparecieron en la carretera de Salamanca, en las cercanías de la gasolinera; los vecinos se enteraban de la llegada de camionetas y coches, que paraban en los caminos y dejaban cadáveres. Los caminos de Simancas estaban “llenos de cruces” que han ido desapareciendo con el tiempo.

Ya en 1937 continuaron apareciendo cadáveres, tanto en el río Pisuerga como en las cunetas de la carretera; hombres asesinados a balazos y golpes, procedentes de Valladolid, como fue el caso de Isidoro Valseca, un conocido bombero del ayuntamiento de la ciudad al que asesinaron cuando salió de la cárcel, o el de Alberto Luis Mota, un hombre procedente de Toro (Zamora), al que abandonaron en una cuneta tras haber sido apaleado hasta la muerte.

La última víctima simanquina de la violencia extrajudicial fue el Archivero del famoso Archivo de Simancas, Desiderio Gutiérrez Zamora. En diciembre de 1937 se encontraba en su casa cuando un grupo de desconocidos se presentó y se lo llevó, sin que se volviera a saber nada de él. Era masón. En el momento de su desaparición tenía 59 años.

DESPUÉS

La Casa del Pueblo era un caserón antiguo, de piedra, que hubo que restaurar. Estaba en la calle Barrera. Tras la sublevación los falangistas la ocuparon, quedándose con los enseres que habían logrado reunir los afiliados con su esfuerzo. Después se instaló en ella la sede oficial de Falange. Años después la vendieron, y hoy pertenece a un particular.

Durante la posguerra, los derechistas eran los amos del pueblo y también de los vecinos. No se podía ir por la calle con tranquilidad; la gente, particularmente los clasificados como de izquierdas, no podían ni mirarlos, porque a la más mínima podían recibir palizas, apercibimientos y cosas peores. Es lo que le ocurrió a un hombre conocido como “Apocado”, al que ataron los pies y sumergieron en el río hasta casi ahogarlo porque “los había mirado mal”. Otro vecino fue golpeado de mala manera por coger leña, algo que le habían prohibido expresamente simplemente porque sí. Impedían que los “señalados” llevasen una vida normal: impedían a las mujeres lavar en el río; intentaban que se quedasen sin suministros: sin leña, sin agua, sin leche. Las mujeres fueron acosadas y amenazadas de muerte; y los hijos que no estaban bautizados, fueron enviados a la fuerza a Valladolid, a Cristo Rey, el reformatorio del padre Cid, donde fueron cristianizados; otros fueron conducidos a internados religiosos de Madrid. Los hijos de las víctimas no podían acudir a la escuela, porque eran insultados y golpeados, y tuvieron que comenzar a trabajar precozmente, como le ocurrió a Ramiro Aparicio, quien hubo de trabajar en el campo desde los 13 años, haciendo la jornada de un adulto, pero cobrando la mitad.

LISTA ASESINADOS

SACADOS DE LAS COCHERAS DE VALLADOLID A FINALES DE JULIO

Vecinos detenidos el 26 de julio en Simancas. Fueron llevados al ayuntamiento, y desde allí a la prisión habilitada en las Cocheras de Tranvías, en Valladolid. Esta saca fue muy grande, de unas veinte personas. Hay muchas dificultades para identificar a las víctimas.
Los detenidos fueron sacados y asesinados en El Cabildo, paraje del extrarradio de Valladolid situado a orillas del río Pisuerga. Los cadáveres fueron apareciendo en el agua a lo largo de los días siguientes.

Entre ellos estaban:

Vidal Marinero Torres, de 50 años, viudo, con dos hijas llamadas Pilar y Petra. Concejal republicano.

Felipe Aparicio García, 39 años, concejal republicano, casado, cinco hijos.

Francisco Gómez Rayón, 24 años, casado y con una hija. Involucrado en los sucesos del 28 de abril, resultando herido. Junto a él iba su suegro:

Benito Gómez Del Pino, 50 años, casado, 5 hijos, responsable de la Casa del Pueblo de Simancas. Benito era pastor y escribía en sus ratos libres.
El asesinato tuvo lugar a finales de julio, primeros de agosto, en Valladolid, en las riberas del Pisuerga, cercanas al puente del Cabildo.
De los cuatro, solamente pudo identificarse el cadáver de uno de ellos, Vidal Marinero.
En el Registro Civil de Valladolid aparece la inscripción de tres varones desconocidos el día 28 de julio del 36, que por la edad podrían corresponder a Felipe, Benito y Francisco.

ASESINADOS EN SIMANCAS

Honorato Manzano Rodríguez “Galano”, de 34 años, casado. Asesinado el 19 de julio en la carretera a Zaratán, a la entrada del pueblo cuando regresaba de cazar; vestía mono azul y llevaba su escopeta.

Regina Sanz Sebastián, casada con Juan Hernández Vega, tenía tres hijos: Teófilo (RAMBAL), Victoriano y Eloy Hernández Sanz. Regina tenía 52 años cuando fue sacada de su casa a finales de julio de 1936 por falangistas del pueblo.

Francisco Gómez García, “Paco el de Varín”, tenía 35 años cuando fue asesinado, casado, tenía un hijo llamado Francisco Gómez Bermejo. Lo mataron junto con su prima Juliana, de 18 años. Tiraron los cadáveres al río en la zona conocida como Pesqueruela.

Juliana Agúndez Mato, de 18 años. El día 4 de agosto de 1936, unos falangistas conocidos la sacaron de su casa. La matan junto con su primo Francisco Gómez García “Paco el de Varín”.

Pablo Alonso Pérez, de 23 años, asesinado en Simancas por falangistas del propio pueblo cuando regresó del servicio militar.

Epifania Cuadrado Vaquero,de 33 años. Estaba en avanzado estado de gestación. Sacada de su casa por falangistas de Simancas y asesinada en el camino de Arroyo.

Luis San José González, “Malón”. El 25 de julio fue a buscarle un grupo de falangistas. Se produjo un forcejeo cuando su hijo Juan San José González, que estaba presente, intentó impedir la detención. De todas formas, Luis fue detenido y llevado con los demás a las Cocheras. Salió vivo de la saca multitudinaria de Cocheras junto a Rambal; se refugió en Ciguñuela. Allí fue detenido de nuevo y esta vez asesinado.

Desiderio Gutiérrez Zamora, de 59 años, casado, 5 hijos. Archivero del Archivo de Simancas. En diciembre de 1937 se encontraba en su casa cuando un grupo de desconocidos se presentó y se lo llevó, sin que se volviera a saber nada de él. Era masón.

EJECUTADO EN VALLADOLID

Félix García Matos, de 26 años. Militar profesional, cabo en el Cuartel de San Quintín, juzgado y fusilado en Valladolid el 24 de agosto de 1936. Era republicano y no se sumó al golpe. Fue juzgado en el Consejo de Guerra 349/36, uno de los primeros celebrados en Valladolid, acusado de rebelión. Fue enterrado en la fosa común 46 del cementerio de Valladolid.

OTROS ASESINADOS

Luis Pérez, hijo de Críspulo y Flora; su padre fue condenado a 20 años de cárcel. Sus primos Pablo Alonso Pérez y Silverio Pérez fueron también paseados.

Silverio Pérez, primo del anterior, casado con Braulia “La Fana”

Isidro y Petra, ambos hijos de “La Retusa” (de apellido Zurro; hermana de Saturnino)

Una pareja que venía escapando por el camino de Puente Duero. Ambos fueron asesinados. También su hija, una niña de 2-3 años, resultó muerta.

ENCARCELADOS

Teófilo Hernández Sanz “Rambal”, directivo de la Casa del Pueblo de Simancas, donde se encargaba de las actividades culturales; de ahí el sobrenombre, ya que Rambal era un famoso actor de la época. Cuando los fascistas del pueblo fueron a detenerlo a su casa y vieron que no estaba, detuvieron a su madre, Regina Sanz, y la maltrataron para que les dijera el paradero de su hijo. Ella no lo sabía y acabaron por matarla en el camino a Arroyo. Teófilo se entregó entonces. Conducido a las Cocheras tras recibir enormes palizas, fue sacado junto con una veintena de presos para ser asesinados en los primeros días de agosto. El camión con los detenidos llegó hasta la zona del Cabildo, donde los obligaron a bajar y fueron tiroteados. Teófilo cayó o se arrojó al agua junto con su vecino Luis San José, salvando ambos su vida. Lograron salir y se dirigieron a Simancas campo a través. Ambos fueron nuevamente detenidos.

Serapio Torres González, de 27 años, casado con Mª Luisa Manzano. Juzgado en Valladolid por “Adhesión a la Rebelión” y condenado a muerte; pena conmutada por treinta años. Estuvo en el penal de El Dueso. Pasó muchos años en prisión, y murió nada más salir.

Saturnino Zurro Gómez, de 32 años, casado con Leonor, tres hijos (el menor, nacido en la prisión), chófer y mecánico. Era una persona relevante políticamente. Al producirse la sublevación logró salir del pueblo junto con Teófilo Hernández “Rambal” y Juanito “Malón”, ocultándose en el pinar de la Pimpollada, donde resistieron varios días subidos a los pinos. Aguantó hasta el 4 de octubre, cuando fue detenido. Juzgado y condenado a veinte años y un día en la Causa 77/36. Su mujer, Leonor, había sido detenida y encarcelada en Valladolid. Dejaban dos niños muy pequeños, Tomás y Teodora, que quedaron abandonados. No logró recuperarse de las heridas sufridas durante su detención. Su estado se agravó y fue trasladado al penal de San Simón.

Romualdo Mayor Revuelta, de 21 años, condenado a muerte; pena conmutada por treinta años. Sirvió en el Ejército Republicano, donde estuvo a las órdenes del Capitán Prieto. Cumplió condena en la prisión de Chinchilla (Albacete).

Eloy Gómez García, condenado a 15 años de reclusión, acusado de auxilio a la rebelión.

Quintín Gutiérrez Gutiérrez, 51 años. Brigada de la Comandancia de la Guardia Civil de Simancas. Detenido el 13 de septiembre del 36, acusado de no colaborar ni simpatizar con el Alzamiento. Juzgado en la causa 639/36 y condenado a 6 años de prisión y separación del servicio.

DETENIDOS GUBERNATIVOS (no fueron acusados ni juzgados)

Teófilo Álvarez Pérez “El Rosca”, Alcalde.

Agúndez, marido de Epifania Cuadrado Vaquero, asesinada cuando estaba embarazada; tenían ya un niño, Jacinto, que vive en Simancas.

Críspulo Pérez, casado con Flora, padre del asesinado Luis Pérez.

Iluminado Arranz Morchón. En diciembre de 1937 pasa a disposición del Coronel Jefe de Campos de Concentración.

Teófilo Pérez San José, en diciembre de 1937 pasa a disposición del Coronel Jefe de los Campos de Concentración.

Cesáreo Rodríguez Cristóbal, en diciembre de 1937 pasa a disposición del Coronel Jefe de los Campos de Concentración.

Leonor, esposa de Saturnino Zurro, fue detenida y llevada a Valladolid cuando los sublevados fueron a su domicilio a detener a su marido y no lo encontraron. Tenía dos niños muy pequeños que quedaron desasistidos. Ya en la prisión daría a luz al tercero de sus hijos.

Felipe San José González “Malón”, 27 años, hijo de Luis (asesinado) y Crescencia, soltero, jornalero. Estuvo implicado en los sucesos del 28 de abril del 36, acusado en el juicio y defendido por Federico Landrove, abogado que sería fusilado.

ENCAUSADOS POR EL TRIBUNAL DE RESPONSABILIDADES POLÍTICAS

-  Eloy Gómez García
-  Romualdo Mayor Revuelta
-  Serapio Torres González
-  Saturnino Zurro Gómez
-  Félix García Matos

HUÍDOS

Juan San José González “Juanito Malón”: escapó al campo, donde se escondió salvando así su vida. Fue testigo de varios asesinatos. Conocía la situación de las fosas en descampado. Era hijo de Luis San José, al que defendió cuando iba a ser detenido en su casa. Su hermano Felipe estuvo implicado en los sucesos del 28 de abril del 36, y salvó la vida porque estaba encarcelado en el momento de la sublevación.

ALISTADOS FORZOSOS

Victoriano y Eloy Hernández Sanz, hijos de la asesinada Regina Sanz y hermanos del detenido Teófilo “Rambal”, directivo de la Casa del Pueblo de Simancas.

COMISIÓN GESTORA 18 DE JULIO DE 1936

Estaba compuesta por:

-  Teófilo Álvarez Pérez “El Rosca”, Alcalde.
-  Mariano Carnicero Mendiluce
-  Mariano Díez Torres
-  Felipe Aparicio García
-  Eliodoro Álvarez Álvarez

Según consta en las Actas Municipales, el día 20 de julio, lunes, a las 18.30, esta Gestora fue destituida por el comandante del puesto de la Guardia Civil, Antolín Hernández López, quien impuso una nueva Gestora.

CADÁVERES APARECIDOS EN EL TÉRMINO DE SIMANCAS

4 de mayo de 1937, doce de la mañana: aparece en el río Pisuerga un varón, lleva en el agua por lo menos un mes. Es inscrito en el Registro Civil de Simancas. Causa de la muerte: “fractura de la base del cráneo”. Después fue identificado como Vicente Gutiérrez Soriano, de 36 años, de Valladolid.

21 de abril de 1937, siete horas: aparece en las aguas del Pisuerga el cuerpo de un hombre, que llevaría en el agua “aproximadamente treinta días, ignorando dónde ocurrió el fallecimiento que fue producido por fractura de los huesos esfenoides y base del cráneo”. El 6 de mayo fue identificado como Isidoro Valseca Rodríguez, de 47 años de edad, natural de Valladolid, mecánico bombero.

18 de enero de 1937: a las 18.30 aparece un cadáver en la carretera Valladolid-Salamanca, término municipal de Simancas. Se trata de Alberto Luis Mota, 46 años, natural de Toro (Zamora), domiciliado en Toro. Falleció a causa de traumatismos abdominales.

Los testimonios de las personas de la época hablan de la aparición de varios cadáveres más, que habrían sido enterrados en fosas ocultas. Es el caso de tres mujeres jóvenes, cuyos cuerpos aparecieron en un descampado próximo a la carretera de Salamanca, cercano a donde hoy está la gasolinera; estaban semiocultos entre unos matojos y fueron enterrados en el lugar; el de una familia de tres personas, una pareja con una niña pequeña, asesinados en los alrededores del camino a Puente Duero, y el de varios hombres que habrían sido tiroteados en la Cuesta del Nueve tras llevarlos hasta allí en una camioneta. Son testimonios orales, imposibles de verificar.

 
Represion Franquista Valladolid

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Tudela 1936

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"Corto-documental que narra los hechos acaecidos en Tudela de Duero (Valladolid) en la sublevación militar del 18 de julio de 1936 y la posterior represión.Presentado el día 9 de julio de 2011 en el (...)

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