Primer ayuntamiento republicano en Valladolid
El día 14 de abril se constituyó la nueva Corporación Municipal entre la alegría y la esperanza de los ciudadanos de Valladolid, muchos de los cuales asistieron a este acto en el Ayuntamiento de la ciudad.
Se acordó designar alcalde a Federico Landrove Moíño, profesor de matemáticas y socialista convencido y conocido en la ciudad, donde había trabajado por la causa socialista y republicana desde hacía muchos años.
Federico Landrove, por su personalidad, su coherencia y su superior talla moral, concitaba la confianza de todos los que le conocían, como se demostró el día de su toma de posesión como Alcalde, en que fue aclamado y aplaudido por todos los presentes, público, compañeros y miembros de las minorías, tal y como reflejó la prensa vallisoletana en los días posteriores.
El nuevo Consistorio quedó formado por los siguientes concejales:
COALICIÓN REPUBLICANA-SOCIALISTA:
Alianza Republicana
Medardo Iglesias Díez
Virgilio Mayo Rubio
Serafín Alcover Gómez-Caro
Alberto González Ortega
Andrés Torre Ruiz
Apolinar Polanco Criado
Manuel Gil Baños
José Caballero Catalina
Miguel de Tena García
Bartolomé Vallejo Muñoz
Saturnino Lamarca Molina
Izquierda Liberal
Agustín Enciso Briñas
José López Rumayor
Isidoro Sánchez Hernández
José Fernández de la Torre
Pantaleón Muñoz Muñoz
Marcelino Alonso Arias
Jesús Sáez Escobar
Joaquín Álvarez Taladriz
Luis Cuenca Agudo
Isidoro de la Villa
Emilio Segoviano Rogeró
Partido Radical Socialista
Enrique Pons Irureta
Santiago Vega Fierro
Juan Moreno Mateo
Eugenio Curiel Curiel
Valerio Vega San José
Partido Socialista
Alfredo García Conde
Federico Landrove Moíño
Eusebio González Suárez
Teófilo Salgado Martínez
Tomás González Cuevas
Víctor Valseca Rodríguez
José Garrote Tebar
Remigio Cabello Toral
Mariano de los Cobos Mateo
Antonio García Quintana
COALICIÓN MONÁRQUICA
Derecha Regional
Jesús Rivero Ramos
Centro Constitucionalista
Cesar Silió Beleña
Sebastián Criado del Rey
Adriano Rubio Díez
Liberal Conservador
Manuel Carnicer Pardo
Luis Altoaguirre Olea
Tomás Tabarés Samaniego
El destino de los Concejales en 1936
Los sublevados emprendieron una salvaje campaña de exterminio de los representantes de la legalidad. Sabido es y demostrado está que intentaron difundir todo un sistema de mentiras, en un intento descabellado por dar la vuelta a la historia, presentando a las víctimas como verdugos y a los golpistas y asesinos como salvadores de la patria.
Los ediles demócratas fueron, dentro de este contexto, las primeras víctimas de la represión. Las Milicias Patrióticas, esos grupos de falangistas, gentes de las JAP, delincuentes y gentes que se unieron a ellos en extraña mezcolanza, se lanzaron a la calle, armados y con licencia para matar, a la caza y captura de los republicanos.
Las personas conocidas no pudieron escapar. Algunos fueron detenidos por fuerzas policiales, como fue el caso del concejal Garrote Tebar, o de los Landrove; y tuvieron un trato menos malo que los detenidos por estas turbas sanguinarias.
Fuera como fuese, los componentes del grupo socialista del primer Consistorio republicano de Valladolid desaparecieron en su totalidad antes del final de la guerra:
Alfredo García Conde (médico): sacado de Cocheras, donde estaba detenido, y asesinado en las cercanías de Laguna de Duero el día 11 de abril de 1937.
Federico Landrove Moíño (profesor): detenido el 23 de julio de 1936. Fallece en prisión el 6 de junio de 1938.
Eusebio González Suárez (tipógrafo): perseguido y detenido en un pinar en la tarde del lunes 27 de julio de 1936 junto con su esposa. Su cadáver desapareció, parece ser que arrojado al río Duero.
Tomás González Cuevas (tipógrafo): fusilado 17 de agosto de 1936.
Víctor Valseca Rodríguez (industrial): logró escapar y falleció en el exilio francés; en “compensación”, su hermano y su hijo fueron asesinados.
José Garrote Tebar (médico): detenido y juzgado, fue el primer fusilado en San Isidro, el día 29 de julio de 1936.
Remigio Cabello Toral (tipógrafo): falleció de muerte natural en junio del 36, por lo que, afortunadamente se libró de conocer la represión.
Mariano de los Cobos Mateo: Detenido, condenado a muerte, pena que le fue conmutada por la cadena perpetua. Estuvo preso en el Fuerte de San Cristóbal. Cuando salió, padecía un cáncer terminal, que le ocasionó la muerte muy pronto.
Antonio García Quintana (escribiente): detenido tras un tiempo de ocultamiento, fue juzgado en la Sala de Plenos del ayuntamiento para mayor escarnio; condenado a muerte y fusilado el día 11 de octubre de 1937.
Otros concejales republicanos corrieron la misma suerte:
Apolinar Polanco Criado (agente comercial), fusilado el 23 de agosto del 36
Juan Moreno Mateo (maestro), asesinado en La Coruña; en ese momento era Diputado encargado de Centros de la Diputación de Valladolid.
Eugenio Curiel Curiel, paseado.
Otros pudieron salvar la vida y acabaron en prisión, destituidos, depurados y arruinados, como:
Joaquín Álvarez Taladriz (farmacéutico), juzgado y condenado, cumplió su condena en la Prisión de Burgos.
Enrique Pons Irureta, profesor y Director del Instituto Zorrilla fue depurado y expulsado de su puesto.
Además, la mayoría de ellos fue expedientado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas, que imponía enormes multas y embargaba los bienes de los encausados, de sus viudas, de sus padres e incluso intervenía “el caudal hereditario” de los huérfanos.
Todos nos preguntamos qué clase de actos fueron aquellos: si estos concejales hubieran cometido algún tipo de delito, allí estaba la Justicia para juzgarlos. Sin embargo, simplemente fueron asesinados; y en esta categoría se incluyen los fusilamientos, a todas luces irregulares, que sufrieron los condenados.
En esta misma Página, en el artículo "La justicia durante la guerra", pueden verse ejemplos de los juicios militares a que fueron sometidos nuestros conciudadanos: sin posibilidad alguna de defensa, sin ningún tipo de prueba, fueron condenados por personas ajenas al derecho, que aplicaban su propia ley. Todos los juicios de ese tipo están considerados “ilegales” por el Derecho Internacional, por lo que es pertinente su anulación.