Elecciones municipales en febrero de 1931 en Valladolid
El año 1930 transcurrió en medio de una gran inquietud no sólo en Valladolid, sino en todo el país. Se necesitaba y se deseaba un cambio. Las viejas estructuras ya no valían; todo se sentía ya como caducado, y un viento de renovación comenzaba a hacerse notar en todos los órdenes de la vida. El Gobierno Provisional convocó Elecciones Municipales, que se celebrarían el día 12 de febrero de 1931 y que traerían de la mano la tan esperada República.
La década de los años 30 se despidió de una manera terrible: un intento de instaurar la República era abortado por las fuerzas gubernamentales en Jaca (Huesca), y dos de sus dirigentes, los capitanes Galán y García Hernández fueron fusilados por ello, a pesar del enorme movimiento pro amnistía que se desató en todo el país. Desoyendo las peticiones de clemencia, el rey Alfonso XIII firmó la sentencia de muerte, convirtiendo a ambos capitanes en mártires de la causa republicana. Miles de efigies de los dos mártires, coplas alusivas al levantamiento y cientos de escritos referentes a su trágico final se repartieron por todo el país llegando hasta el último rincón.
La inquietud republicana cristalizaba en movimientos perseguidos con dureza por la policía gubernamental. Esta inquietud política se materializaba en la existencia de multitud de organizaciones políticas, en las que los vallisoletanos militaban entusiásticamente. Las organizaciones políticas, sindicales, estudiantiles, culturales… hervían de actividad.
Eran momentos de transición: el dictador Primo de Rivera había partido hacia el exilio y se encontraba en París, ciudad donde moriría; el rey Alfonso XIII, consciente del proceso antimonárquico que se vivía en el país, había nombrado un Gobierno Provisional que fue quien convocó las elecciones municipales. A pesar de que las elecciones generales quedaban lejos todavía, flotaba en el ambiente la idea de que la República, por fin, estaba a punto de llegar, y que lo iba a hacer a través de los comicios municipales.
Las elecciones municipales se celebraron el día 12 de febrero, y a ellas se presentaban dos corrientes bien diferenciadas: la coalición republicana socialista, por un lado, y las fuerzas monárquicas, que reunían a los políticos que habían detentado el poder durante la monarquía y también durante la Dictadura de Primo de Rivera, por otro.
Todos los candidatos eran personas conocidas, pues Valladolid era todavía una ciudad pequeña, donde los círculos de acción estaban bien delimitados: la Casa del Pueblo; los Sindicatos; las agrupaciones estudiantiles… sus líderes se hacían notar en reuniones, manifestaciones y artículos periodísticos.
Los políticos monárquicos, por su parte, estaban, por así decir, “amortizados”, y su nombre se asociaba a los tiempos ya pasados y a escándalos y desastres militares. Sus manifiestos electorales no hablaban más que de revolución, escenas subversivas y caos en caso de que triunfasen los republicanos; pero la idea de la Republica entraba ya como un vendaval en todo el país.
La necesidad de renovación flotaba en todos los ambientes y la victoria republicana se daba por hecha entre unos y otros.
La ciudad de Valladolid tenía en 1931 algo más de 90.000 habitantes, de los que únicamente votarían los varones mayores de edad. Los distritos electorales en que se dividió la ciudad fueron nueve:
Argales, del que saldrían elegidos 4 concejales
Campillo (actual Plaza España), 5 concejales
Campo de Marte (Campo Grande), 8 concejales
Chancillería, 4 concejales
Fuente Dorada, 5 concejales
Museo, 5 concejales
Plaza Mayor, 5 concejales
Portugalete, 4 concejales
Puente Mayor, 4 concejales
Los colegios electorales contaron con observadores, y estuvieron muy concurridos.
La prensa de aquellos días no recoge incidentes significativos, pero sí se hace eco del ambiente electoral, que califica de entusiasta y festivo.
Los resultados no dejaron lugar a dudas: la coalición republicano socialista vencía de manera limpia e inequívoca. Los nombres de los candidatos elegidos en los diversos distritos se hicieron públicos de inmediato: se trataba de los primeros regidores de un ayuntamiento republicano en Valladolid, lo que suponía el triunfo de la esperanza y el comienzo de una nueva época para la ciudad.
Estos resultados, similares a los obtenidos en el resto del país, pusieron de manifiesto la voluntad política de la ciudadanía española: la mayoría de los españoles se decantaba por un cambio de régimen, que sería republicano. Así se comprendió desde las más altas instancias hasta el último rincón de cualquier pueblo, y en Madrid comenzó a gestarse el cambio.
La familia real optó por salir del país hacia un exilio dorado; el Gobierno Provisional dimitió y el país entero salió a la calle para celebrar el acontecimiento tan largamente esperado: España, por fin, era republicana.
El día 14 de abril de 1931, la bandera republicana fue izada por vez primera en la ciudad de Valladolid, en el edificio de Correos y Telégrafos, entre las ovaciones de miles de personas que acudieron de todas partes de la ciudad para celebrar el advenimiento de la II República en medio de las mayores muestras de alegría.
Pero en aquel mismo momento, las fuerzas contrarias se dispusieron a luchar contra ella para derrocarla y destruirla a cualquier precio, como después se comprobó; y mientras, el nuevo consistorio se preparaba para asumir el mandato de la ciudadanía, iniciando una nueva etapa en la historia vallisoletana.