La Memoria Histórica es el hilo conductor entre la II y la III República
La MH es el hilo conductor que nos lleva de una República derrocada por un levantamiento armado, la II, a una República nueva, la III, heredera de los valores republicanos, regeneradora y libre; una República en la que todos podamos ser ciudadanos bajo los principios irrenunciables de Libertad, Igualdad y Solidaridad.
La Memoria Histórica, al servicio de la República
El movimiento memorialista comenzó a ser conocido en el año 2002, cuando los medios de comunicación pusieron sus focos en la apertura de fosas comunes, existentes en prácticamente todo el territorio nacional.
Pero el planteamiento de muchos de los grupos que configuran este movimiento se limita a la reivindicación de las memorias personales de las víctimas y a la localización de los restos, sin entrar a analizar el origen de los crímenes ni a denunciar la impunidad de los mismos, cuestión esta que llevaría directamente a cuestionar la legalidad del régimen actual, fundado sobre un crimen contra la Humanidad.
Porque, en efecto, la cuestión de fondo de la MH arranca de un crimen: el perpetrado mediante un golpe armado y cruento contra la legalidad republicana, régimen constituido en las urnas y único legal, derribado por la sublevación militar de julio del 36.
La sanguinaria represión que los sublevados llevaron a cabo, eliminando directamente a los políticos, sindicalistas, votantes o simpatizantes de la República, quedó impune tras una guerra civil que duró tres años, durante los cuales el país quedó agotado, la población diezmada, el terror instaurado como forma de represión y el gobierno de la República sustituido por una feroz dictadura militar que se mantuvo en el poder durante cuarenta años con su cortejo de violencias, crímenes y corrupciones.
La exhumación pública de las primeras fosas comunes a principios del 2000 puso de manifiesto, sobre todo, el profundo desconocimiento de la sociedad española acerca de lo sucedido antes y durante el golpe militar, ya que los hechos fueron cuidadosamente falseados por los vencedores, las víctimas, hechas desaparecer; los exiliados, imposibilitados para comunicarse con el interior del país, cerrado a cal y canto y sometido al silencio mediante las leyes más represivas; esta parte de nuestra historia desapareció, dejando paso a unas cuantas ideas falsas y simples, un relato fundacional en el que las víctimas pasaban a ser los verdugos, y estos aparecían como héroes vencedores de una cruzada avalada por la iglesia católica y los poderes económicos del momento, poderes que hundían el origen de sus fortunas en concesiones, pelotazos y favores, cuando no en la extorsión directa, el estraperlo o la apropiación de los bienes de los republicanos.
La MH pasaba así de ser algo privado, reducido a los individuos y las familias, a ser el hilo que llevaba directamente al descubrimiento de la ilegalidad del actual estado, fundado como está sobre la impunidad de los crímenes franquistas, que ningún gobierno declaró ilegales.
Este incómodo descubrimiento dividió al movimiento memorialista entre los que deseaban circunscribir la memoria a los niveles más individuales y personales y los que denunciaban lo ocurrido como un Crimen contra la Humanidad y consecuentemente pasaban a exigir del estado español la condena e ilegalización de los crímenes franquistas y el derecho de las víctimas a la Verdad, Justicia y Reparación.
Urgido por unos y otros, el gobierno socialista de Zapatero diseñó una ley de MH que fue contestada por muchos memorialistas por ser, en puridad, una ley de punto final que colocaba al memorialismo en la esfera de lo privado, renunciando al deber que como estado tenía, de asumir las tareas necesarias y acometer la ilegalización del franquismo, presente en nuestra sociedad de muchas y diferentes maneras: desde los nombres de los golpistas y asesinos en las calles, a la vigencia de los juicios ilegales a que numerosos republicanos fueron sometidos, y que son, de por sí, una burla a cualquier principio legal.
El gobierno desoyó todas las protestas, así como las recomendaciones que se le hicieron desde las instituciones europeas, y aprobó la ley que consagraba la impunidad franquista, intentando devolver al olvido el origen espúreo del estado actual, regido por un heredero nombrado directamente por el dictador; el rey Juan Carlos, y sancionado por una Transición basada en pactos de poder, renuncia y olvido.
Olvido de las víctimas, que lo son por ser republicanas; olvido voluntario e interesado de que la legalidad es la republicana, la depuesta armas en mano por españoles traidores; olvido del crimen fundacional de esta imposible democracia que duerme sobre fosas comunes, crímenes impunes y formas de gobierno impuestas por la dictadura.
La MH es el hilo conductor que nos lleva de una República derrocada por un levantamiento armado, la II, a una República nueva, la III, heredera de los valores republicanos, regeneradora y libre; una República en la que todos podamos ser ciudadanos bajo los principios irrenunciables de Libertad, Igualdad y Solidaridad.
¡Siempre al servicio de la República!
¡Viva la República!