Represión franquista en La Parrilla
En plena Tierra de Pinares, dominando el valle del Duero desde su altura, el municipio de La Parrilla abarca una extensión de 45 kilómetros cuadrados.
El 18 de julio de 1936 los rumores de sublevación militar llegaron a La Parrilla desde Tudela de Duero, cuyo alcalde, siguiendo instrucciones del Gobernador Civil de Valladolid, tomaba precauciones.
Sin embargo, pasó la tarde y llegó la noche sin que nada extraño ocurriera, por lo que los parrillanos se retiraron a sus domicilios. Acababa así un sábado más, que iba a ser el último que transcurriría en paz.
El domingo 19 llegaron ya noticias muy poco tranquilizadoras: el vecino pueblo de Tudela estaba siendo ocupado por guardias civiles y paisanos armados, quienes tomaron el ayuntamiento. El alcalde de La Parrilla, Demetrio González Sanz, aconsejó a sus convecinos que se mantuvieran tranquilos y procuraran seguir con su vida normal; y así se hizo en todo el pueblo.
Pese a los rumores, cada vez más inquietantes, el pueblo se mantuvo sereno hasta el miércoles, día 22. Ese día, fuerzas de la guardia civil procedentes de Tudela de Duero y encabezadas por el teniente sublevado Julio Maeso Hoyos, acompañadas por civiles armados, hicieron su aparición en La Parrilla y se dirigieron al ayuntamiento, donde estaban citados varios vecinos de la localidad.
El objetivo de esta reunión era destituir a la Comisión Gestora legal, imponiendo en su lugar a unos nuevos gestores, cómplices del golpe de estado. A las ocho y diez de aquella tarde, se consumó la traición en La Parrilla, y comenzaron las detenciones, los asesinatos y los atropellos de los golpistas sobre todos aquellos vecinos que habían apoyado al régimen legal, la República.
GESTORA MUNICIPAL LEGAL
La Gestora Municipal legal estaba compuesta por los siguientes vecinos:
Demetrio González Sanz, alcalde
Eusebio Aguado Merino, concejal
Blas Andrés Abreu, concejal
Mariano García Martín, concejal
Romualdo Gutiérrez del Olmo, concejal
Varios vecinos, entre los que se encontraba el alcalde, fueron detenidos y encerrados en el ayuntamiento. El día 25, viernes, Demetrio González, alcalde constitucional de La Parrilla y persona de una gran calidad humana, caracterizado por su ilusión y su trabajo para mejorar el pueblo, fue sacado del calabozo por un grupo de civiles armados, entre los que había varios procedentes de Tudela.
Atado e indefenso, Demetrio fue conducido hasta el paraje conocido como Las Cuestas de La Parrilla, donde fue apaleado y vejado; los testimonios explican que fue arrojado por los terraplenes que dan nombre a la zona, y tiroteado hasta la muerte.
D.S., carretero, tuvo la desgracia de coincidir aquella noche con los asesinos en una posada de Tudela de Duero, a donde llegaron tras cometer el crimen. Mientras bebían, contaron cómo habían colgado al alcalde de un pino. Escenas y confesiones como ésta se sucedían aquellos días en las cantinas y tabernas de los pueblos, lugares de reunión de los verdugos, y donde las familias de las víctimas podían enterarse de los detalles de las muertes de los suyos.
El cuerpo de Demetrio fue finalmente recogido y enterrado en el cementerio civil de la localidad, en una fosa sin señalamiento ni identificación de ningún tipo, situación ésta que continúa en la actualidad.
Casi todos los detenidos de La Parrilla fueron trasladados a las Cocheras de Tranvías de Valladolid, donde pasaron a engrosar el gran número de detenidos procedentes de todos los pueblos de la provincia.
La mayor parte de los parrillanos trasladados a las Cocheras logró conservar su vida, pese a las continuas sacas y asesinatos que se producían a diario, a manos de falangistas sedientos de sangre. Sin embargo, el vecino Mariano García Martín, de 57 años, sufrió peor suerte. Fue sacado de las Cocheras y paseado junto con un grupo de hombres y mujeres de otras localidades, aunque salvó milagrosamente la vida al caer desmayado durante la ejecución. Sin embargo, no se libró del tiro de gracia, que recibió en la cabeza. Aun así sobrevivió y fue conducido al Hospital Provincial, donde lo curaron. Mariano pudo regresar a La Parrilla, aunque su estado era pésimo. El tiro recibido lo dejó ciego y no pudo recuperarse. Falleció en su casa el nueve de marzo de 1937, y nada más conocerse la noticia, grupos de vecinos que simpatizaban con la nueva situación se plantaron ante la casa del fallecido, cantando coplas burlonas y riéndose de la familia.
Otros dos detenidos en La Parrilla fueron llevados a Las Cuestas por los falangistas. Al primero, un pastor itinerante llamado Barciela, lo asesinaron en ese lugar, mientras que el panadero Francisco Laguna logró escapar y llegó hasta Tudela de Duero, salvando la vida.
La vida en La Parrilla se hizo difícil y muy dura para las familias de los republicanos, pues se vieron postergadas y sufrieron insultos, humillaciones y abusos de todo tipo durante años, de manera que algunos de los supervivientes afirman que la vida se les acabó en el año 1936.
Los vecinos de La Parrilla detenidos en las Cocheras de Valladolid no estuvieron mucho tiempo encarcelados, aunque jamás pudieron olvidar lo que vivieron allí. Fueron alrededor de veinte, de los que conocemos los siguientes nombres:
Agustín Gutiérrez
Agustín Santos
Alejandro San José
Blas Andrés
Elías Inova
Esteban Gutiérrez
Esteban Vela
Francisco Laguna
José Garrote
José Potente
Juan Ceballos
Mariano García
Mariano Sanz
Ofronio Vela
Primo Alarcia
Remigio Gutiérrez
Romualdo Gutiérrez
Teodoro del Pozo