Represión franquista en Cigales
Una vez retirados los forasteros, el pueblo quedó en manos de los derechistas de Cigales, que procedieron a la “limpieza” del pueblo. En este proceso se produjeron torturas, asesinatos, vejaciones y extorsiones siguiendo el mismo patrón que en otras localidades.
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| por | Pueblos - CigalesLa localidad de Cigales está situada en plena campiña del Pisuerga, a trece kilómetros de la capital, Valladolid.
Se trata de una antigua población de economía boyante a causa de sus grandes extensiones de viñedo de la mejor calidad, campos que han y siguen dando trabajo a gran cantidad de personas. La calidad de sus vinos y la existencia de bodegas y redes comerciales originaron una buena comunicación, materializada en carreteras y caminos por los que fluían, no sólo las mercancías, sino también las ideas, las noticias y, en fin, las relaciones con toda la zona.
Ayudada por esta circunstancia, existió siempre en este lugar una gran variedad de ideas y sensibilidades que convivieron sin problema. En la década de los años 30, había entre los vecinos un gran grupo de socialistas agrupados en la Casa del Pueblo; afiliados a partidos republicanos, que se unirían a los socialistas para formar el Frente Popular en las elecciones de 1936; un grupo numeroso de vecinos que profesaban la religión evangélica, y tenían presbítero capilla y escuela propia; además, había bastantes vecinos de derechas, organizados y en contacto con los grupos afines de las localidades de los alrededores. Debido a la proximidad con la capital, todos ellos estaban muy conectados con los grupos de Valladolid.
LA IGLESIA EVANGÉLICA EN CIGALES
Llama la atención la historia del núcleo evangélico de Cigales, constituido como se ha dicho por muchos vecinos que sufrieron la represión franquista de la manera más cruel por el hecho de profesar un credo diferente al católico, aunque en las acusaciones contra ellos no se haga mención a este hecho y se les acuse cínicamente de “marxistas”.
El origen de este credo en Cigales se remonta a la mitad del siglo XVI, cuando se forman dos grandes núcleos protestantes en España: uno en Sevilla, y el otro en Valladolid.
Enseguida se creó un grupo en Cigales, cuya consolidación y seguimiento vecinal originó el rechazo de la iglesia católica, siempre en lucha para imponer su primacía. Dispuestos a eliminarla, la jerarquía católica denunció ante el rey Felipe II la existencia de esta iglesia diferente, y su insistencia hizo que el rey se desplazara a Cigales, donde residió como vecino; y convencido por sus asesores religiosos, terminó por prohibir esta fe.
La prohibición se materializó de mano de la Inquisición, uno de cuyos responsables, Alonso Serrano, se radicó en Cigales para mejor perseguir a los protestantes, como se conoce popularmente a los seguidores de la Iglesia Evangélica Española.
En la década de los 20, los evangelistas se habían reorganizado y mantenían su culto más o menos abiertamente; pero la Historia tiende a repetirse, y la iglesia católica, celosa de su auge, volvió a trabajar con todos sus resortes para lograr su prohibición, que se logró por fin cuando Alfonso XII les prohíbe reunirse y celebrar sus ritos.
Muchos evangelistas, no sólo de Cigales, volvieron sus ojos a las ideas republicanas, que les garantizaban la libertad de culto. Así, encontramos a bastantes militantes de formaciones como Izquierda Republicana que profesan este credo, pues el estado laico les protegía y garantizaba la igualdad con otras creencias y la libertad de culto.
El golpe de estado fascista de julio de 1936 se llevó por delante a los evangelistas, siempre situados en el punto de mira de la iglesia católica, que los tildó de “herejes” y los persiguió con saña desmedida.
Como se dice más arriba, este lamentable y vergonzoso hecho no fue exclusivo de Cigales: valga como ejemplo de la saña católica y su persecución contra otras creencias lo ocurrido en el valle del Tiétar, donde fueron fusilados todos los hombres mayores de 17 años que profesaban el credo evangelista.
En Cigales había un presbítero, el señor Cipriano San José, cuyos dos hijos mayores fueron asesinados en Valladolid. El obispo residía en Valladolid y realizaba visitas semanales a Cigales, donde todavía hoy se le recuerda. Su nombre era Manuel Borobia, y fue detenido precisamente por su condición, aunque la acusación, hipócrita y cobardemente oculte la verdadera causa de la condena que se le impone, adjudicándole gritos de ¡Viva Rusia!; sin embargo, en el mismo documento se dice que “es totalmente responsable de los hechos ocurridos en Cigales”. Así podemos leer entre líneas que el delito del señor obispo, hombre venerable de más de 60 años, no fue el de alborotar por las calles, sino el de ser la cabeza de una iglesia tan legal, por lo menos, como la católica.
LOS HECHOS DE CIGALES
El alcalde constitucional elegido en las urnas se llamaba Ángel Sotillo Franco, casado con Teófila Lara, panadero y socialista. En el pueblo no había puesto de la guardia civil, siendo el más próximo el de Cabezón de Pisuerga.
El triunfo del Frente Popular elevó los ánimos de todos, y pronto comenzaron los disturbios provocados por la derecha, que no asumía el triunfo de la izquierda.
El 1º de mayo de 1936 fue celebrado con desfiles, banderas y mucha alegría; y paralelamente aumentaban los rumores de que la derecha se estaba armando para levantarse. Entre febrero y julio existieron muchas tensiones y también hubo iniciativas para organizarse, como fue la constitución de la Sociedad Obrera Agrícola y de Oficios Varios “La Libertad”, afecta a UGT.
Por todo esto, Cigales fue considerado por los golpistas como objetivo importante, pues según se dice después en la sentencia de la causa 60/36, “era (Cigales) de los más significados marxistas de la provincia y donde más preponderancia tenían los elementos marxistas”.
El sábado 18 de julio comenzaron a llegar a Cigales insistentes rumores de la existencia de una sublevación militar. Los republicanos se acercaron al ayuntamiento, donde ya estaba reunida la Comisión Gestora, para recabar información; no existían en el pueblo muchos aparatos de radio, y ya reunidos en el ayuntamiento, decidieron prepararse para repeler el posible golpe militar. Para ello reunieron todas las armas que encontraron y decidieron que varios vecinos fueran a Valladolid a entrevistarse con el gobernador civil y recibir instrucciones de éste.
Los vecinos designados fueron:
Pascasio Velasco Sancho, concejal de 47 años
Salustiano Pastor Palacios, de 24 años
Salvador Hernández, de 35 años
Estos tres vecinos debieron ser interceptados por los sublevados, ya que los detuvieron y los asesinaron, dejando sus cadáveres en las calles de Valladolid; después los llevaron al Depósito del Hospital y los enterraron el día 24 en una fosa común del cementerio de Valladolid.
Hacia las ocho de la tarde del mismo día 18, aparecieron en la plaza de Cigales grupos de falangistas, paisanos y guardia civil que se dispusieron a tomar el ayuntamiento. Los republicanos se defendieron desde el edificio y también desde la clínica, situada en uno de los laterales de la plaza. En este primer ataque resultó muerto un guardia civil llamado Julián Ruiz, que quedó tendido en la plaza. Los atacantes se retiraron a las afueras del pueblo y pidieron refuerzos a Valladolid.
En medio de la confusión generada, un falangista de Cigales mató a tiros de escopeta a un falangista de Cabezón que se encontraba entre los atacantes a la casa Consistorial.
Esta muerte fue achacada a los republicanos, aunque después hubo que rectificar la acusación por ser del dominio público lo ocurrido.
La resistencia continuó desde el ayuntamiento y la Clínica, mientras algunos falangistas entraban en las casas de los encerrados para detener a algunos de sus familiares y obligarles de esta manera a entregarse.
Este fue el caso de Saturnino González Merino, de 20 años, que se escondió en la buhardilla de la casa familiar. Una patrulla de falangistas de Cigales, acompañados por otros de fuera del pueblo desalojaron la casa amenazando a la familia con sus fusiles. Desde fuera se escucharon varios disparos, y cuando los habitantes volvieron a entrar, se habían llevado a Saturnino y había sangre en la escalera. Nunca más se volvió a ver con vida al joven, cuyo cadáver apareció en el depósito del Hospital Provincial de Valladolid el día 23 de Julio de 1936 y fue enterrado en el cementerio de la ciudad.
Entre la noche del domingo 19 y la mañana del 20, se reunió en las eras del pueblo un gran contingente de fuerzas derechistas compuestas por paisanos llegados de la capital, falangistas de Cigales y de pueblos de los alrededores, guardias civiles, guardias de asalto y militares de uniforme, que entraron por las distintas calles del pueblo dirigiéndose a la plaza.
Los vecinos, refugiados en sus casas, con las ventanas tapadas con colchones para evitar ser heridos por los disparos, escucharon una gran refriega que duró hasta que se agotaron las municiones de los resistentes.
En ese momento se rindieron, y comenzaron a salir con los brazos en alto, tanto de la clínica como del ayuntamiento. Los republicanos fueron puestos en fila en la misma plaza para su identificación, mientras un grupo de falangistas locales agarraron al alcalde Ángel Sotillo por las ropas y el cabello, llevándolo hasta la iglesia, donde lo maltrataron y patearon, fusilándolo a continuación. El lugar exacto del asesinato está marcado con una cruz negra que sigue allí hoy en día.
Los detenidos, una vez identificados e “interrogados” convenientemente en las propias dependencias del ayuntamiento fueron conducidos a Valladolid, donde ingresaron en las diversas cárceles habilitadas al efecto.
Una vez retirados los forasteros, el pueblo quedó en manos de los derechistas de Cigales, que procedieron a la “limpieza” del pueblo. En este proceso se produjeron torturas, asesinatos, vejaciones y extorsiones siguiendo el mismo patrón que en otras localidades.
Algunas de las personas que se habían librado de la primera tanda de detenciones fueron capturadas por los falangistas, que administraron palizas y golpes a discreción. La esposa del alcalde, Teófila Lara, madre de cinco hijos, fue conducida a la Cárcel Vieja de Valladolid, donde estuvo cinco años sin que se celebrase proceso contra ella.
Otros vecinos fueron apaleados y golpeados con fusiles y mosquetones públicamente en la plaza; varias familias recibieron visitas de los falangistas durante las cuales fueron amenazados y maltratados. Hubo también expolio de bienes, rotura de efectos personales y muebles, etc., todo ello en medio de la más total impunidad.
Entre estos casos, uno de los más significativos fue el asesinato del guarda de campo Ángel de la Fuente, quien no había sido detenido a pesar de haber mantenido disputas y desacuerdos con alguno de los falangistas del pueblo. Este hombre desapareció cuando ocurrieron los sucesos del 20 de julio y estuvo escondido en los viñedos de la carretera de Ampudia, muy cerca del pueblo. Pero no tenía apoyo de nadie, y se vio obligado a salir a la carretera y pedir comida a uno que pasaba con un carro. Este hombre le ayudó, pero de inmediato lo denunció. Un grupo de falangistas se acercó a la zona, lo localizó y le disparó.
Sus familiares y vecinos pensaban que podía haber escapado, pero pasados varios meses, el sepulturero del pueblo confesó que dos falangistas le fueron a buscar para que enterrara a Ángel, pero que él se negó, porque estaba vivo, aunque herido. Estos dos jóvenes falangistas le encañonaron con sus pistolas y le obligaron a enterrarlo en esas condiciones. El sepulturero quedó muy afectado por aquel hecho.
La vida de las personas relacionadas con los detenidos o asesinados se volvió muy precaria en lo material y verdaderamente inestable en lo psicológico.
Los hijos pequeños dejaron en su mayoría la escuela para trabajar y poder ayudar al mantenimiento familiar. Así, muchas niñas, despojadas de sus padres se vieron obligadas a trabajar como sirvientas, mientras los niños acarreaban agua o piedras, y en los momentos más duros llegaban a pedir limosna. Sus madres lavaban ropas y luchaban por conseguir trabajo que les proporcionaron, sobre todo los italianos acuartelados en la localidad.
La colonia evangelista de Cigales fue uno de los objetivos centrales de la represión, en este caso encabezada por el cura católico y las beatas de la localidad. La capilla y la escuela fueron clausuradas e incautadas, y muchos creyentes fueron detenidos sin otra causa que profesar otra fe distinta de la católica.
Se da la circunstancia de que muchos niños del pueblo que no pertenecían a la Comunidad Evangélica acudían a la escuela evangelista por la calidad de sus enseñanzas, y a fecha de hoy recuerdan sus años pasados allí. Tanto la capilla como la escuela están hoy en día en manos de particulares, convertidas en residencias particulares. Uno de aquellos niños nos cuenta que “la escuela era muy bonita, muy ordenada; que se les trataba en ella de forma magnífica, y que se aprendía sin querer, jugando. Que a menudo recibían la visita del obispo, llamado Don Manuel, que venía de Valladolid, vestido de negro, siempre con sombrero”.
Se refiere a Don Manuel Borobia, Obispo evangélico residente en Valladolid, que fue detenido y encarcelado junto con varios de sus hijos, condenados a diversas penas y expulsados del Magisterio.
El presbítero de Cigales se llamaba Cipriano San José, y vivía en la calle del Agua. Uno de sus hijos, Eliseo San José Vigo fue fusilado en Valladolid; otro, muy joven, también fue detenido en Valladolid durante la sublevación, sin que se sepa qué fue de él.
Tanto los evangelistas como los republicanos sufrieron un duro proceso de adoctrinamiento; obligados a bautizarse en la iglesia católica, aun a sabiendas de que no eran creyentes, o que tenían otra religión. La mayoría de ellos se vieron obligados a acudir al comedor que organizó el Auxilio Social, donde se les obligaba a cantar el Cara al Sol y se les humillaba de muchas maneras. El desprecio, los insultos, las humillaciones y la violencia sufrida por estos vecinos se muestran en los testimonios recogidos, todos ellos concordantes y verosímiles.
Tanto los detenidos, como los asesinados y los simplemente sospechosos de simpatizar con las ideas republicanas fueron encausados por el Tribunal de Responsabilidades Políticas, que intentó tapar con una apariencia de legalidad los robos y expolios ocurridos durante los primeros días.
Además se produjeron extorsiones y chantajes sobre muchos vecinos de Cigales, hasta que un grupo de vecinos, hartos ya de ser amenazados y robados en nombre de la patria, se acercaron a Valladolid para denunciar a varios falangistas ante el comisario Panero, que era natural de Cigales. Se comprobó que varios de estos falangistas habían exigido en diferentes ocasiones y mediante amenazas, el pago de cantidades importantes a algunos vecinos de la localidad. El escándalo envió a las Cocheras a dos falangistas conocidos, coincidiendo allí con los republicanos de su pueblo. El comisario amenazó personalmente a estos dos criminales con “pegarles un tiro” si hacían algo contra sus convecinos, tanto dentro como fuera de Cocheras. Estuvieron detenidos tres o cuatro meses. Tiempo después, uno de ellos se suicidó ingiriendo una caja de cerillas.
A principios de 1937 se celebró el juicio contra los detenidos de Cigales: la Causa 90/36, seguida en Valladolid contra 99 vecinos. La sentencia de 30 de abril de 1937 dictaba 58 penas de muerte, 20 de reclusión perpetua, y el resto, 20 años de cárcel.
Entre los encausados había dos menores de edad y varias mujeres.
La mayoría de las condenas fue conmutada, por lo que la lista de muertes se redujo a tres fusilados en Valladolid, en San Isidro, quedando los demás condenados a 30 años de reclusión mayor e interdicción absoluta.
El total de asesinados es de 24 vecinos, incluyendo los fallecidos en prisión, los fallecidos nada más salir de ella, una mujer que se suicidó al salir en libertad, otra fallecida a resultas de los golpes recibidos; una niña nacida en prisión y fallecida a las pocas horas; los vecinos atrapados en la ciudad y asesinados de inmediato cuando iban a recibir orientaciones; el guarda de campo enterrado vivo y el joven asesinado en la buhardilla de su casa.
Más difícil de cuantificar es el impacto sobre la salud, el equilibrio y la vida de los supervivientes y sus familias, algunos de los cuales, entrevistados para realizar esta investigación, confiesan “estar muertos en vida desde aquellos sucesos”, expresando su miedo, su frustración y todo el dolor y la angustia padecidos sin respiro hasta el día de hoy.
LISTA DE VÍCTIMAS DE CIGALES
MUERTOS
AGAPITO TÉMEZ VÁZQUEZ
ÁLVARO NIETO SAN JOSÉ (PRESIDENTE JUVENTUDES SOCIALISTAS)
ANGEL DE LA FUENTE
ANGEL SOTILLO FRANCO (ALCALDE)
ELISEO SAN JOSÉ VIGO (FUSILADO EN VALLADOLID)
FRANCISCO GONZÁLEZ MERINO (HERMANO DE SATURNINO, ASESINADO)
HIGINIA VELASCO YUSTOS
HIGINIO DUEÑAS CRISTÓBAL
HIJA DE JOSEFA SILLERO RUIZ. NACIÓ Y MURIÓ EN LA CÁRCEL
JOSE TOMBO SIMON (ALGUACIL)
LUIS RAMOS VELASCO (CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE GÜSEN)
MARIANO VILLANUEVA BURGOS
MARTIRIO SANCHO PESCADOR (FUSILADO EN VALLADOLID)
MODESTO FERNÁNDEZ CASTÁN
OVIDIO MORATINOS PESCADOR
PASCASIO VELASCO SANCHO (CONCEJAL)
PETRA MORANTE GONZÁLEZ
RAIMUNDO VELASCO VACA (FUSILADO EN VALLADOLID)
SALUSTIANO PASTOR PALACIOS
SALVADOR HERNÁNDEZ
SATURNINO GONZÁLEZ MERINO
VICENTE CAMAZÓN TÉMEZ (FALLECE EN PRISIÓN)
VICTOR RODRÍGUEZ
VICTORIANO VILLEGAS SILLERO (CONCEJAL)
LISTADO DEL JUICIO Y CONDENAS CAUSA 60/36
PENAS DE MUERTE
FLORENTINO ALONSO CABALLERO
NICOMEDES CABALLERO BARRIGA
VICENTE CABALLERO GARCIA
FRANCISCO CABALLERO VÁZQUEZ
ANASTASIO CABERO HERRERA
TEODORO CABEZAS GARCIA
FRANCISCO CABEZAS TÉMEZ
CESÁREO CAMARGO VELASCO
GREGORIO CAMAZÓN ALONSO
AUREO DIEZ ABRIL
HIGINIO DUEÑAS CRISTÓBAL
LUCAS ESTÉBANEZ VÁZQUEZ
MODESTO FERNÁNDEZ CASTÁN
CÁNDIDO GALLO CABEZAS
NICOLÁS GALLO CABEZAS
MARIANO GALLO SANCHO
PABLO GALLO SANCHO
EMILIANO GARCIA MORANTE
TEÓDULO GARRIDO MARTÍN
ALBERTO GONZÁLEZ YUSTOS
ARCADIO HERRERA PESCADOR
LUCIO LARA GARCIA
LÁZARO LARA GARCIA
FAUSTO MARTÍN HERRERA
ANDRÉS MARTIN ORTEGA
AURELIANO MARTÍN YUSTOS
FERNANDO MARTÍN YUSTOS
FRANCISCO MARTÍN YUSTOS
VALENTIN MARTÍN YUSTOS
NARCISO MARTÍN YUSTOS
BIENVENIDO MORATINOS RODRÍGUEZ
CÁNDIDA PASTOR PALACIOS
PEDRO PESQUERA RUIZ
LUCIO PINACHO CABALLERO
EUSTASIO PINACHO GARCIA
PABLO PRIETO SÁNCHEZ
GUILLERMO RAMOS GONZÁLEZ
ELIAS RODRIGUEZ BARRIOS
VÍCTOR RODRÍGUEZ PÉREZ
AQUILINO ROJO ALONSO
MARIANO RUIZ VELASCO
PIO SAN JOSÉ PASTOR
MARTIRIO SANCHO PESCADOR
EDUARDO SAN JOSÉ PASTOR
FIDEL SANZ GARCIA
PEDRO SANZ VELASCO
TEODOMIRO SOTILLO ABRIL
CESÁREO TÉMEZ GONZÁLEZ
AGAPITO TÉMEZ VÁZQUEZ
FÉLIX VÁZQUEZ SILLERO
VALENTÍN VELASCO INFANTE
SERAPIO VELASCO SILLERO
HILARIO VELASCO JIMÉNEZ
ÁNGEL VELASCO SANCHO
FÉLIX VELASCO VACA
RAIMUNDO VELASCO VACA
VICTORIANO VILLEGAS ALONSO
ABUNDIO VILLANUEVA VELASCO
CONDENA DE 30 AÑOS DE CÁRCEL
ALEJANDRA ALONSO CABERO
MARIANO CAMAZÓN ALONSO
TEODORO CAMAZÓN LARA
HILARIO CAMAZÓN MARTÍN
VICENTE CAMAZÓN TEMEZ
GONZALO CENTENO CEINOS
PANCRACIO GALLO YUSTOS
FELICIANO GONZÁLEZ MERINO
FRANCISCO GONZÁLEZ MERINO
TEÓFILA LARA FRANCO
ELADIA MAGDALENO SANTOS
PETRA MORANTE GONZÁLEZ
CIRÍACO PASTOR SANZ
MARTÍN QUIROGA ALONSO
SATURNINA SAN JOSÉ BRATOS
CLAUDIO SAN JOSÉ QUIROGA
ANASTASIO SAN JOSÉ QUIROGA
VICTORIANO SAN JOSÉ VÁZQUEZ
MAURICIA SILLERO VÁZQUEZ
EMILIANO VELASCO CABALLERO
COSME VELASCO PÉREZ
LIBERTO VILLANUEVA PELÁEZ
IRENE VILLEGAS SILLERO
TOMASA YUSTOS SANZ
OTROS ENCARCELADOS
APOLINAR CAMAZÓN TÉMEZ
EMILIANO GALLO SANCHO
VALENTÍN MARTÍN REOYO, CONCEJAL
OVIDIO MORATINOS PESCADOR
FIDEL PARDO ROJO
CÁNDIDA PASTOR PALACIO
PEDRO PESQUERA RUIZ
EUSTASIO PINACHO GARCÍA
LUCIO PINACHO CABALLERO
ANDRÉS SÁNCHEZ FERNÁNDEZ
ANTONIO VELASCO ALONSO
VALENTÍN VELASCO INFANTE
ENCAUSADOS POR EL TRIBUNAL DE RESPONSABILIDADES POLÍTICAS
(INCAUTACIÓN DE BIENES)
APOLINAR CAMAZÓN TÉMEZ
VALENTÍN MARTÍN REOYO
ANTONIO VELASCO ALONSO
OVIDIO MORATINOS PESCADOR
ISABEL CABALLERO RACIMO
FLORENCIO ALONSO CABALLERO
VICENTE CAMAZÓN TÉMEZ
HILARIO CAMAZÓN MARTIN
EMILIANO VELASCO CABALLERO
MARTÍN QUIROGA ALONSO
LIBERTO VILLANUEVA PELÁEZ
FRANCISCO GONZÁLEZ MERINO
ANASTASIO SAN JOSÉ QUIROGA
IRENE VILLEGAS SILLERO
MAURICIA SILLERO VÁZQUEZ
TOMASA YUSTOS SANZ
TEÓFILA LARA FRANCO
CIRIACO PASTOR SANZ
SATURNINA SAN JOSÉ BRATOS
PETRA MORANTE GONZÁLEZ
ALEJANDRA ALONSO CABERO
ANDRÉS SÁNCHEZ FERNÁNDEZ
VICTORIANO SAN JOSÉ VÁZQUEZ
FELICIANO GONZÁLEZ MERINO
GONZALO CENTENO CEINOS
CLAUDIO SAN JOSÉ QUIROGA
TEODORO CAMAZÓN LARA
COSME VELASCO PÉREZ
PANCRACIO GALLO YUSTOS
MARIANO CAMAZÓN ALONSO
ELADIA MAGDALENO SANTOS
VIRGILIO RODRÍGUEZ MORAL
ÁLVARO NIETO SAN JOSÉ