Nacido en Valladolid en el año 1914, sus padres se llamaban José y María. Era soltero y vivía en la calle Fernández Cubas (hoy Mantería), nº 8 con su familia.

Era electricista de profesión, y en sus ratos de ocio se dedicaba a leer, a comprar libros, y a acudir a actos políticos.

Siendo muy joven se afilió a la CNT, pasando gran parte de su tiempo libre en la sede de este sindicato. Por este motivo fue fichado en el año 1934, cuando la organización fue disuelta y la sede clausurada.

El día 18 de julio se dispuso a salir de su casa, y su madre le pidió que se quedara, ya que había rumores de levantamiento y estaba intranquila, aunque conocía el carácter tranquilo y bonachón de su hijo.

Pablo le dijo a su madre que iba al barbero, como hacía todos los sábados, y que después regresaría a casa. En realidad fue a la Casa del Pueblo en respuesta al llamamiento hecho por el Partido Socialista, que apeló a la unidad de todas las fuerzas de la ciudad. Lo mismo hicieron bastantes compañeros suyos, aunque como es sabido, mantenían diferencias con los militantes socialistas.

En la Casa del Pueblo pasó la noche del 18 al 19. En la mañana del domingo 19, la Casa del Pueblo fue rodeada por tropas golpistas, guardias de asalto y guardias civiles; con dos metralletas emplazadas en la torre de la catedral y un cañón en la calle Galera, obligaron a salir a los que estaban dentro, quienes apenas disponían de armas, por lo que fue una rendición pacífica. Los golpistas, por su parte, dispararon las ametralladoras y también hicieron dos disparos con el cañón.

Hacia las 10 de la mañana comenzaron a salir los encerrados, que fueron conducidos al Gobierno Civil, fichados y encarcelados.

448 de los detenidos fueron juzgados en Consejo de Guerra, causa 102/36. En la sentencia de fecha 02/09/1936 se les acusaba, sobre todo, de no acatar el Bando de Declaración del Estado de Guerra, que se había publicado el día 19 (por lo que los acusados no podían conocerlo).

Por este motivo fueron sentenciadas a muerte 40 personas, entre las que se encontraba Pablo Puente Martín, que tenía sólo 22 años; en su caso, además, influyó el hecho de tener antecedentes referidos al año 1934.

Pablo permaneció en la Cárcel Nueva, donde fue visitado por su madre y su hermana adolescente. El padre no tuvo fuerzas para ir a despedirse de él la noche del 22 de septiembre, víspera de su fusilamiento.

Su madre y su hermana lo encontraron tranquilo; su máxima preocupación eran ellas. Les contó que le habían dado una cena especial y las estuvo tranquilizando, diciéndoles que nada había hecho y que así se lo debían decir a todo el mundo.

El día 2 de septiembre se dictó sentencia; Pablo fue fusilado el día 23, a las 6.00 de la mañana en el Campo de San Isidro.

Su cuerpo fue enterrado en la fosa común nº 46 junto con sus compañeros.